Las empresas familiares son “uno de los pilares clave sobre los que se asienta la sociedad civil española”. Son “las empresas del país, las de casa”, “motores activos de la modernización de España”, comprometidas “con la construcción de una sociedad mejor”, impulsoras “de la cultura ESG antes de que se hubiese acuñado ese término”, líderes en muchos sectores en los que “compiten con las mejores del mundo, de tú a tú, generando admiración y respeto en los cinco continentes”. Así lo ha afirmado Andrés Sendagorta, nuevo presidente del Instituto de la Empresa Familiar, quien ha asegurado que “no pedimos favores ni queremos privilegios”, sino que “todos, empresarios, empleados, sociedad civil, Ayuntamientos, Gobiernos Autonómicos y Gobierno central, seamos unánimes en el empeño compartido de hacer posible el crecimiento, el progreso y la continuidad de las empresas familiares como muestra y expresión del progreso, la vertebración y la prosperidad nacional”.
Sendagorta realizó estas afirmaciones en el transcurso de la Asamblea de Socios del IEF celebrada el 11 de mayo que le eligió para el cargo y a la que asistió la presidenta de EFCL, Rocío Hervella, y en cuya sesión de clausura participaron también la secretaria general del Partido Popular y portavoz del GPP, Cuca Gamarra, y el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá.
Precisamente a ellos, a Gobierno y oposición, el nuevo presidente del Instituto les ofreció “todo el talento, el torrente de ideas, de experiencias, de conocimiento contrastado de la realidad de nuestro país, y del mundo, que el IEF acumula. Cuenten con nosotros para todo lo que necesiten”. “Estamos -dijo- al servicio de la construcción de un país de convivencia en libertad y prosperidad”.
Andrés Sendagorta recordó que “nuestras empresas atesoran la creatividad, la iniciativa, la perseverancia y la valentía de personas que, en algún momento, concibieron una idea distinta para atender mejor una determinada necesidad que tenía la sociedad. A esas personas les llamamos empresarios. Y es hora de que todos podamos utilizar el término empresario asociándolo a una connotación de creación de valor económico y de progreso social, dándoles el reconocimiento que merecen a las muchísimas vidas, discretas y ejemplares, que hemos visto en nuestras familias a lo largo de los años”.
Las cifras del Instituto de la Empresa Familiar
En el transcurso de la jornada de clausura intervino también Fernando Ruiz, presidente de Deloitte, quien presentó una serie de datos sobre lo que es el IEF. Un centenar de las mayores empresas familiares de nuestro país, con una contribución muy destacada a nivel económico y social, que se refleja en algunas cifras:
- 000 millones de facturación total a nivel mundial.
- 1,084 millones de personas empleadas (533.000 en España).
- 000 millones de euros en salarios.
- 000 millones de euros en Impuesto de Sociedades.
- 200 millones de euros en cargas sociales.
Y con una conclusión que destaca por encima de cualquier otra circunstancia: pese al impacto brutal de la pandemia en la actividad económica, ninguna de las compañías que integran el Instituto ha cerrado.
Con todos estos datos, según Sendagorta, “tenemos legitimidad suficiente para hablar y para que se nos escuche”. Además, el peso de la empresa familiar hay que medirlo también por lo que representa “en nuestro modelo de sociedad. Y cualquier observador objetivo llegará a la conclusión de que la empresa familiar es uno de los pilares clave sobre los que se asienta la sociedad civil española”.
Sendagorta también quiso situar a las personas como eje central de las empresas. Así, ha recordado que las empresas familiares “representan el esfuerzo y la dedicación de todos aquellos que, día a día, con su trabajo, han contribuido a hacer realidad nuestros proyectos. En las empresas familiares se forjan y desarrollan las expectativas de progreso personal y profesional de nuestros trabajadores y colaboradores que, desde ellas, proyectan su talento y colman sus aspiraciones; de tal manera, que la empresa se convierte en un proyecto común que conecta, por vocación y necesidad, con el latido de la sociedad española”.
“Somos las empresas del país. Las que viven en primera persona la realidad de nuestros pueblos y ciudades. Las que han entendido las exigencias de los españoles y las han recogido y expandido sin límites geográficos, a través de sus productos y servicios por todo el mundo. Las que han aprendido a competir y tomar el pulso al mundo entero sin olvidar nuestras raíces”, dijo. Hoy las empresas familiares españolas “ejercen un liderazgo mundial en muchos sectores, en los que compiten con las mejores del mundo, de tú a tú, generando admiración y respeto en los cinco continentes”.
Y en este mismo sentido aseguró que “nadie puede hacernos creer que es indiferente de dónde son las empresas. Estamos viviendo tiempos convulsos. La pandemia, primero, y la invasión de Ucrania, después, nos han recordado una lección que nunca deberíamos olvidar: existe la noción de soberanía empresarial del mismo modo y por la misma razón que existe la de soberanía política. Estamos abiertos al mundo, defendemos la cultura de la libertad, de los intercambios del comercio internacional, fuente de riqueza y de relación pacífica entre los pueblos del mundo. Pero no podemos desdeñar ni dejar de cuidar especialmente a las empresas que tienen en nuestro país su centro de decisión”.
Defender a las empresas españolas
Es esencial -afirmó- “potenciar y defender a las empresas españolas. Sin proteccionismos retrógrados, pero sin ingenuidades peligrosas. Seremos más fuertes, más autónomos, más libres, como nación y como sociedad, si contamos con empresas españolas que miren al mundo desde nuestro pasado compartido, con nuestros valores, con nuestra riquísima cultura, con nuestro acento, con nuestra forma de ver la vida. Y eso es el fiel reflejo de lo que somos, de lo que son las empresas del IEF y las de nuestras Asociaciones Territoriales. Es mi propósito, como presidente del IEF, defender ante los poderes públicos, centrales, autonómicos y locales, la importancia de preservar nuestro acervo empresarial. La importancia para España de tener unas empresas familiares robustas, bien articuladas, modernas”.
“No pedimos favores ni queremos privilegios. Lo que pedimos es que se nos tenga en cuenta y se nos permita competir en el mundo sin lastres ni desventajas”, sentenció.
El nuevo presidente del IEF quiso también mostrar el compromiso de las empresas familiares españolas con la construcción de una sociedad mejor a través de la lucha contra el cambio climático y de iniciativas inclusivas que garanticen la igualdad de oportunidades. Reconociendo que “todavía queda mucho por hacer”, Sendagorta, sin embargo, señaló que “no puedo resistirme a decir algo que, espero compartáis conmigo: nuestras empresas son impulsoras de la cultura ESG antes de que se hubiese acuñado ese nombre”. “Está en nuestro ADN el deseo legítimo de dejar a la siguiente generación mejores empresas en un mundo mejor y en una sociedad mejor”.
En línea con este planteamiento, aseguró que durante su presidencia dedicará particular atención a una causa esencial: impulsar iniciativas que fomenten y faciliten la conciliación entre el trabajo y la vida familiar. “Queremos mejorar las vidas personales y familiares de todos los que forman parte de nuestros proyectos porque creemos que eso es lo mejor para todos como personas, pero seguros también de que ese equilibrio, entre el trabajo y la vida familiar, facilitará que atraigamos talento que haga nuestras empresas más competitivas”, señaló, al tiempo que ha pedido a los empresarios familiares toda su colaboración “para que las políticas de conciliación estén en la primera línea de nuestras prioridades empresariales”.
Sendagorta tuvo también palabras de reconocimiento para su antecesor en el cargo, Marc Puig, quien en su intervención de despedida en la parte privada de la Asamblea de Socios recalcó las dificultades que afronta nuestra sociedad, con la pandemia y la guerra en Ucrania como muestras más elocuentes. Pese a ello, “hemos atravesado juntos todas estas dificultades, apoyándonos los unos a los otros, compartiendo experiencias y aprendiendo”, ha señalado Puig. Para él la conclusión es clara e incuestionable: “A pesar de la dureza de los tiempos hemos resistido, nos hemos adaptado y hasta hemos mejorado en nuestro quehacer”, ha dicho, al tiempo que ha recordado que todas las empresas del IEF han sobrevivido a la pandemia “y creo que podemos estar muy orgullosos de la respuesta que hemos dado en esta crisis, especialmente en el ámbito de las demandas y necesidades de nuestra sociedad”.
Como punto final a su discurso de toma de posesión, el nuevo presidente del Instituto apuntó una reflexión personal. “Yo vengo del norte -ha dicho, de ese rincón maravilloso de España que es el País Vasco. Allí, hace 66 años dos hermanos, Enrique y Manu Sendagorta fundaron SENER, la primera compañía de ingeniería española. Ellos me enseñaron que la razón de ser ultima de una empresa, es prestar un servicio a la sociedad, y que para lograrlo hacen falta dos cosas: ser bueno en lo que haces, porque de lo contrario eres un especulador, y ganar dinero haciéndolo porque si no, no eres una empresa”.
Andrés Sendagorta
Andrés Sendagorta es accionista y presidente de SENER, un Grupo de ingeniería y tecnología fundado en 1956, con presencia en cinco continentes y que es reconocido por su capacidad de innovación y de liderar cambios que guíen el desarrollo sostenible de la sociedad. Es también presidente de la Fundación SENER y desde mayo de 2019 es presidente de la Asociación de la Empresa Familiar de Euskadi, Aefame.
Diplomado en Dirección General por el Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (I.E.S.E Universidad de Navarra), es también miembro del Consejo Rector del Instituto de Estudios Bursátiles.
Andrés Sendagorta se graduó en la Escuela Naval Militar de la Armada española como alférez de Navío del Cuerpo General Escala Superior en el año 1985. Dentro de su carrera militar, ha sido oficial de Guerra Antisubmarina de la Fragata “Baleares” y teniente de Navío y piloto naval de reactores de combate con calificación de portaaviones (U.S. Navy y Armada Española). Ha ocupado también los puestos de: piloto de reactores Harrier en la Base Naval de Rota y del portaaviones Príncipe de Asturias; jefe de Operaciones y segundo comandante; y capitán de Corbeta de la escala superior del Cuerpo General de la Armada.
Sendagorta ha sido condecorado con la Gran Cruz del Mérito Naval en 2009, con distintivo blanco.